miércoles, 6 de agosto de 2025

El Argumento "Puede Ser" en el Video del Concejal De Chia

 

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                                                                                                   "Nunca cambias las cosas

 luchando contra la realidad existente.

Para cambiar algo,
 
Construye un nuevo modelo 
que haga obsoleto
 el Modelo Actual."
 R. Buckminster Fuller,
 Arquitecto y teórico de sistemas.

Hilos Sueltos Relacionados:

1. Transcripción del Video del Concejal de Chia: Pablo Andres Castro






9. Analizando La Infografia: "Tibacuy Le Dice No a la Región Metropolitana" | 1. Consulta Popular Vs. Cabildo Abierto


Actualizaciones:
1. 
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El "Puede Generar", pero... que NO ha Generado.

"... el articulado de la ley orgánica ( 2199 de 2022 )
quedó hecho de una manera 
que puede generar 
en cualquier momento espacios para 
la pérdida de la autonomía. "

Ya vimos en una entrada anterior,  como el Concejal de Chia se salta, de pronto por el "sesgo de confirmación", una parte IMPORTANTE de la Ley 2199 de 2022, para argumentar su "hipotesis" de Perdida de Autonomia. La misma ley ataca este "puede" con una frase EXPLICITA en la misma Ley: "...y sin perjuicio de su Autonomia Territorial, los municipios...".

Hasta ahora en el caso de Soacha, que lleva año y medio en la RMBC en su desarrollo NO se ha generado el ese "...puede Generar...". Ilustraré con una Historia ese "puede generar" en una argumentación.

En los Límites de la Razón
El Caso del Argumento "Puede Ser"

Hay una quinta dimensión, más allá de lo conocido por el hombre. Es una dimensión tan vasta como el espacio e ilimitada como el infinito. Es el término medio entre la luz y la sombra, entre la ciencia y la superstición, y se encuentra entre el abismo de los miedos del hombre y la cima de su conocimiento. Esta es la dimensión de la imaginación. Es un área que podríamos llamar la Dimensión Desconocida.

Imaginen a un hombre. Llamémosle Anacleto. Un tipo ordinario, de esos que uno se cruza en la calle sin reparar en él, con un trabajo gris en una oficina gris y una vida que transcurre en tonos de gris. Pero Anacleto tiene una particularidad: es el arquitecto de las posibilidades más inverosímiles, el campeón de los mundos hipotéticos. Su herramienta predilecta, su navaja suiza para cualquier debate, es una simple y devastadora palabra: "puede".

La escena transcurre en la cafetería de la esquina. Anacleto sorbe su café con leche mientras debate con su colega, un hombre pragmático llamado Faustino, sobre si deberían invertir en un nuevo sistema de archivo digital. Faustino, armado con informes de eficiencia y proyecciones de ahorro, defiende la medida. Anacleto, con la mirada perdida en el infinito, replica:

—Pero, Faustino, ¿has pensado en las consecuencias? Un sistema completamente digital puede ser vulnerable a un nuevo tipo de virus informático, uno que nadie ha descubierto aún. Puede que una tormenta solar de características nunca antes vistas fría todos los circuitos de la ciudad. El sistema puede volverse autoconsciente y decidir que nuestros archivos son prescindibles.

Faustino parpadea, desconcertado. —¿Autoconsciente? Anacleto, es un software de contabilidad.

—Todo puede suceder —sentencia Anacleto con la solemnidad de un profeta, y añade con una media sonrisa—: estamos en la dimensión desconocida.

Anacleto vive en un universo donde cada premisa es una puerta a un multiverso de desenlaces improbables. Para él, que algo pueda ser, por más remoto que sea, le otorga el mismo peso que una certeza empírica. Su lógica no se basa en probabilidades, sino en la mera existencia de una posibilidad, por microscópica que esta sea.

En una ocasión, su jefe le recriminó por no haber entregado un informe a tiempo. La defensa de Anacleto fue memorable:

—Jefe, no pude descartar la posibilidad de que el papel del informe estuviera hecho con una pulpa de árbol genéticamente modificada que, al entrar en contacto con la tinta de mi bolígrafo, pudiera generar una reacción química y volverse invisible. Era un riesgo que no estaba dispuesto a correr.

El argumento del "puede" es un territorio fascinante y exasperante. Es un lugar donde no existen las certezas, solo un océano de contingencias. Quien lo esgrime se siente inmune a la carga de la prueba. Después de todo, no afirman que algo es, sino que puede ser. ¿Y quién puede negar una posibilidad, por absurda que parezca? Nadie ha demostrado que los unicornios no existen en un plano astral paralelo, por lo tanto, pueden existir. Y si pueden existir, la posibilidad de que uno de ellos se materialice en mitad de la autopista y provoque un atasco es, para Anacleto, un motivo válido para llegar tarde al trabajo.

El problema fundamental de esta línea de "razonamiento" es su inoperancia. Un argumento que se sostiene sobre la base de una posibilidad remota es un argumento construido sobre una ciénaga. Es como intentar construir un rascacielos sobre una nube. Sí, la nube está ahí, existe, pero carece de la sustancia necesaria para soportar nada. La falacia no reside en admitir la posibilidad, sino en otorgarle un poder predictivo o argumentativo que simplemente no tiene.

La vida de Anacleto es una serie de precauciones contra eventualidades cósmicas. No compra lotería porque puede que el estrés de ganar le provoque un infarto. No sale de casa si el cielo está nublado porque puede que las nubes sean en realidad una nave nodriza camuflada. Y por supuesto, nunca se compromete a nada, porque las circunstancias pueden cambiar de formas que la mente humana es incapaz de concebir.

Presentamos para su consideración a Anacleto, el hombre que se perdió en el laberinto del "puede ser". Un hombre que, a fuerza de contemplar todas las posibilidades, se quedó paralizado, incapaz de actuar sobre ninguna. 

Su historia es un recordatorio de que, si bien la imaginación es una dimensión maravillosa para explorar, la lógica y la evidencia son las herramientas que nos permiten construir algo en la nuestra. 

Porque aunque es cierto que en la Dimensión Desconocida todo puede suceder, la mayoría de nosotros, por suerte o por desgracia, vivimos en el mundo de lo que es. Y aquí, los argumentos requieren algo más que una pizca de posibilidad. Requieren pruebas, coherencia y, sobre todo, un mínimo de contacto con la realidad. De lo contrario, nos arriesgamos a quedar atrapados, como Anacleto, en un limbo de hipótesis del que no se puede escapar, un lugar solitario en los límites de la razón.

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